lunes, 21 de febrero de 2011

Melancolia

Tristeza de recuerdos, vientos en poesia. Palabras que no llegan, momentos que no terminan. Estar atrapado en el tiempo, estar en silencio porque las palabras vacian sonarian. No poder poner nombre a la tristeza, ni pensar que esta termina.

No la se describir como se merece. Este tiempo de ahora solo se que lleva a la Melancolia. Es algo que te embarga es algo mas que la propia tristeza. Es una pesadumbre, un peso que te invade todo el cuerpo. Lo que pasa es que yo aun tengo el diccionario cortos de palabras para saber expresarlo bien.

Aun estoy de practicas en la vida, todo me queda por aprender. Escribo para que mis palabras cada dia se transmitan mejor. Aprendo para saber todo que me queda por saber. Escucho porque se que aun ando en pañales por esta vida.

Soy un niño avido de conocimiento y se que la vida en todas sus vertientes me tiene mucho que ofrecer. Aun poco he vivido pero se que una vida larga me espera. Asi que intento dar y dar a esta vida porque es lo unico que se hacer.

Estas palabras son regalos que os doy todos los dias. Me regalo porque aunque falto de energias mis palabras en algun lugar pueden florecer. Yo soy una pequeña semilla, no se que tierra fertil encontrare para mis palabras.

Yo soy un simple poeta de la prosa. Un adalid del pensamiento. Un persona normal, mundana, una hormiguita de esta manada humanidad. Una vocecita que entreabre los ojos, alguien que por la mirilla se atreve a mirar el mundo. El suyo propio y lo que transmite la realidad.

Os dejo con la poesia. De nuevo Miguel Hernandez espero que os guste.

ME SOBRA EL CORAZON

Hoy estoy sin saber yo no se como,
hoy estoy para penas solamente, 
hoy no tengo amistad, 
hoy sólo tengo ansias 
de arrancarme de cuajo el corazón 
y ponerlo debajo de un zapato. 
Hoy reverdece aquella espina seca, 
hoy es día de llantos en mi reino, 
hoy descarga en mi pecho el desaliento 
plomo desalentado. 

No puedo con mi estrella, 
y me busco la muerte por las manos 
mirando con cariño las navajas, 
y recuerdo aquel hacha compañera, 
y pienso en los más altos campanarios 
para un salto mortal serenamente. 

Si no fuera ¿por qué?... no se por qué, 
mi corazón escribiría una postrera carta, 
una carta que llevo ahí metida, 
haría un tintero de mi corazón, 
una fuente de sílabas, de adioses y regalos, 
y ahí te quedas, al mundo le diría. 

Yo nací en mala luna. 
Tengo la pena de una sola pena 
que vale más que toda la alegría. 

Un amor me ha dejado con los brazos caídos 
y no puedo tenderlos hacia más. 
¿No veis mi boca qué desengañada, 
que incomformes mis ojos? 

Cuanto más me contemplo más me aflijo: 
cortar este dolor ¿con qué tijeras? 

Ayer, mañana, hoy 
padeciendo por todo 
mi corazón, pecera melancólica, 
penal de ruiseñores moribundos. 

Me sobra el corazón. 

Hoy descorazonarme, 
yo el más descorazonado de los hombres, 
y por el más, también el más amargo. 
No sé por qué, no sé por qué ni cómo 
me perdono la vida cada día.

Continua la lucha

Se han encendido vientos de furia y batalla. Los pueblos han salido de sus cobijos y piden igualdad a gritos. Parece que esto se ha convertido en algo imparable. Nadie esta conforme con el trato recibido y todos reclaman lo que legitimamente les corresponde.

Se esta despertando una nueva conciencia, el mundo esta que arde. Se oye rugir al pueblo, la revolucion esta en la calle. El pueblo poco a poco se hace grande, el pueblo empieza a reconocerse. Quieren recuperar lo que es suyo ya no quieren ser nadie.

La primera espita de Egipto ha espoleado al resto de los pueblos colindantes. Hay viento de batalla, hay furia en la calle. Se van abriendo los ojos, se siente el pueblo engañado, estafado y reclaman lo que les pertenece. Reclaman lo robado, quieren a sus dictadores en la calle.

Desde la distancia percibo que una nueva conciencia se siente. Los que antes estaban dormidos, reprimidos ya no quieron mas chantaje. Pobres de bienes y dinero si pero no ignorantes. Tanto tiempo reprimidos, explotados y acallados.

Les miro y veo en ellos la esperanza que nuestra sociedad supuestamente mas desarrollada despierte de la falacia de la cual se le alimenta. Que siendo pueblo mas culto se nos trata como pueblo ignorante. Y ahora si llega la hora de gritar, ser pueblo y de echarse para adelante.

No quiero decir mas porque los hechos lo estan contando todo. Ahora el devenir esta en las calles. Asi que nuestro futuro se esta gestando en sus actos. Me voy a despedir con un luchador Miguel Hernandez. Una gran poeta muerto en la guerra civil. El entendio la lucha aun siendo joven. Os dejo una poesia que habla de esa lucha.

Vientos del pueblo me llevan

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

 
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

 
No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.

 
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

 
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

 
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

 
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.


La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.


Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

 
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.