Hola
Aita
¿Cuánto
tiempo ha pasado ya? ¿Cuánto tiempo desde tu enfermedad? ¿Cuánto tiempo desde
tu muerte?
Van
pasando los años y el tiempo dice que está lejos lo que paso pero los hechos y
palabras que dejaste aquí antes de irte me demuestran que vives todavía muy
cerca de mí.
Tus
palabras de impotencia y de incomprensión, de odio hacia el exterior, esas que
lanzaste presa de todo el dolor que tenias fueron lapidas que nos dejaste a los
que te queríamos aquí.
Fueron
palabras y hechos que no podemos defender porque nadie de los que las
escucharon les quieren poner cuerpo, nadie quiere volver a pensar en el que se murió
y ver lo mal que se sentía y pensar que él también se puede sentir igual.
Yo
comprendo tu malestar, tus palabras; lo que no pude entender nunca fue el hecho
de que te dedicaras a esparcirlas sin ton ni son y dando a entender que eran
los demás los que te dañaban.
Tú
en tu impotencia deseaste tu muerte Aita, nadie mas. Yo comencé a quererte
cuando te puedo conocer y ese fue para mí el mayor regalo que me dio tu
enfermedad; el regalo de poder conocerte y aprender de ti.
Poder
saber de alguien que no conocía y al que más que amor le tenía temor. Al final
en esta vida todo son lecciones Aita pero la tuya la comprendiste al final.
Trataste
de huir, de alejarte, de todo aquello que no podías afrontar que no era como tú
querías. Tu impotencia era cada vez mayor y tu libertad estaba coartada por los
demás.
Llegaste
a odiar todo lo que habías amado y a amar aun más todo lo que habías odiado. Nunca
quisiste comprender que tú eras el artífice de tu vida y en tu situación desesperada
solo quisiste echar balones fuera. ¿Por qué?
¿Por
qué todos eran los culpables? ¿Por qué todos sin excepción? En donde quedo tu
responsabilidad de ponerte en tu sitio. En donde quedo tu amor por ti.
Todos
te queríamos y no te queríamos perder.
Pero,
¿Cómo podías pretender que estando enfermo terminal te abandonáramos? ¿Esa era
tu tranquilidad? ¿Ese era tu regalo?
No
hubieras preferido mejor que nos muriéramos todos a tu alrededor para así tu
recuperar tu paz. No hubieras preferido mejor afrontar tu verdad y curarte.
Crees
acaso que la Ama, Aritz o yo lo pasamos mejor.
¿Se
te ha olvidado lo que paso durante tu enfermedad?
¿Sabes
lo que ha pasado después de tu muerte?
¿Sabes
cómo nos hemos sentido?
Ahora
que tu no estás siguen sonando en la gente que les dijiste los reproches que
hiciste a tu mujer e hijos. ¿Qué culpa tuvieron ellos? ¿Que quisieron ellos
para ti?
Nos
has querido y nos quieres Aita pero el legado de tus palabras va a ser una losa
difícil de superar. Va a ser algo difícil de explicar porque sabias a quien se
lo decías, pero no sabias como iban a reaccionar.
Hay
algo que tengo claro Aita gracias a ti.
NO
QUIERO SER MARIONETA DE NADIE.
QUIERO
HACER LO QUE ME SIENTA FELIZ.
VOY
A HACER LO QUE ME LLENE DE VERDAD Y SIN OBLIGARME CON NADIE.
Tú
has sido una lección y lo sigues siendo porque al final nos has dejado el
camino para aprender. Como a un buen maestro se le agradece la lección después de
haber aprendido y aun estoy en el proceso.
Empiezo
a comprender las cosas, tengo que empezar a cambiar los hábitos y los reproches
y el victimismo.
Te
quiero Aita.
Gracias
por ser mi compañía todos los días.
Besos
y un abrazo de parte de todos. Has dejado un gran recuerdo en todos y mucho
amor.