viernes, 3 de febrero de 2017

Autoliberación

Tengo que aprender a soltar lastre. Dejar atrás el pasado que me duele y me daña. Dejar de aferrarme a esos pensamientos y sentimientos que me hacen actuar como víctima y tomar cartas en el asunto mas importante, mi vida.

Me guardo todo en mi interior y lo rumio como pura vaca, pero eso me daña en mi interior. Ya paso debo dejarlo ir, ya.

Paso, ya fue. Debo actuar en consecuencia y ser firme en mis decisiones y no dejar que vuelva a suceder. Debo amarme a mi mismo y actuar en consecuencia.
Debo respetarme y hacerme respetar.
Debo dejar de tener miedo a decir lo que siento.

Lo que siento es bien valido, y me debo dar el derecho a poder expresarlo.

Llevo mucho tiempo escondiéndome pensando en los demás y dejándome de lado.

Ya es hora de que abandone la cueva y me deje ver tal cual soy. Es hora de demostrarme a mi mismo amor y confianza.

Todo el resto del mundo actúa según su conveniencia y yo me debo callar. ¿Por que?

Mis decisiones son igual de importantes.

¿Miedo a la soledad? Si ha habido, no lo voy a negar. Pero mas miedo me da de mirarme al espejo y no reconocerme. Mas miedo me da que llegue el momento y me de cuenta que me he enfermado por guardar todos estos sentimientos que no hacen mas en mi que daño y mala sangre.

Aunque hoy por hoy el mayor miedo que siento y que me obliga a tomar esta decisión es el pensar que no quiero morir como mi padre. No quiero que estos sentimientos se conviertan en un cancer que acabe conmigo. No quiero aislarme pensando que no soy querido, que nadie me va a dar lo que yo necesito. Quiero abrir los ojos ahora y quiero demostrarme por medio de acciones que me quiero y me respeto.

Debo alzar mi voz para decir alto y claro, No no quiero, No no me apetece. Es hora de ocupar mi lugar, darme el amor que yo me merezco. Nadie tiene que dármelo porque yo soy el principal.

Ya basta de actuar de víctima.

Ya basta de rumiar.

Si no sirve a otra cosa. Si te daña no hay trato, así de simple y al final el que quiera entender que entienda.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Carta a la familia Rodríguez

Buenos días familia

Os escribo esta carta después de ver lo de vuestros planes de reuniros.

No he querido contestaros nada porque esos planes me remueven y mucho después de lo que ha ocurrido en las celebraciones familiares de cara a mi familia.

En las bodas todos habéis ido a las bodas que se han celebrado menos a la de mi hermano y la mía, eso me duele y mucho. Hay ciertas circunstancias que las puedo perdonar porque las comprendo porque a mí también me han sucedido pero otras me parecen imperdonables y de absoluta hipocresía.

Siento que aunque mi padre ya murió aun siguen coleando sus palabras aunque nadie entienda aun lo que es tener alguien cercano a ti de enfermo de cáncer.

A ninguno de vosotros se os ha puesto enfermo terminar un hermano, un primo, un padre y aun así os sentís los superiores y os sentís con derecho a juzgar sin haber vivido la situación.

Nadie se puede poner en la piel del otro pero se puede hacer una idea de lo que puede sentir. Mi padre estuvo muy muy muy enfermo y no solo por la enfermedad sino porque nunca quiso afrontar lo que ella entrañaba. No quería nada con su familia cercana o sea mi madre, mi hermano y yo. Y más significativo ni con su familia ni hermanos, ni demás parientes, el decidió morir solo.

El decidió hacer de su vida otro cáncer. El decidió aislarle de los que queríamos ofrecerle comprensión y ayuda. Y duele y mucho pensar que se le ha creído a alguien terminal antes que a sus familiares que vivíamos todos los días junto a él.

La enfermedad es dañina y la muerte también y al final necesita la misma comprensión el que está enfermo como el que convive con él.

Yo sé que mi madre no lo pasó bien, ni yo tampoco lo pase bien. Sé que se iba a morir y me dolía no poder hacer nada para cambiarlo. Pero yo no era el que tenía que cambiar era mi padre.

Yo aproveche esos años que me dio su enfermedad de regalo para conocerle, para volver a hacerme su amigo. Todos los años que estuve trabajando perdí a un padre y no lo conocía para nada. A raíz de su enfermedad hice por comprenderle y aceptarle y entender lo que le pasaba por la cabeza.

Yo se que él nunca quiso afrontar la realidad de porque estaba enfermo, el nunca se considero un enfermo de cáncer y eso fue lo que le dilapido. Negó su propio ser y se murió en vida.

Lo entenderéis lo que os digo cuando sintáis la muerte de cerca, cuando sintáis su espada pender sobre la cabeza de un ser que queréis todos los días, hasta ahora solo sois espectadores de la vida de otro. Cercano o no nunca tanto como para afectaros.


A mí me hicieron el feo de no venir a mi boda cierta gente que creo que estaban en deuda conmigo por haber ido a su boda estando mi padre muy mal y no queriendo dejarlo solo.

Hablo de los Salazar, por su capricho que es como lo considero ahora tuvimos que ir a la boda de primo cuando no nos apetecía, cuando sentíamos que se nos caía el mundo encima. Hicimos mi madre y yo de tripas corazón y allí estuvimos dando el tipo para darle el gusto a alguien.

Llego la hora de la contrapartida y esa gente (NINGUNA) apareció a mi boda. A mi ya no me sirven excusas de vacaciones, embarazos y demás palabras, pues cuando no se cumple y no se hace lo que se debe solo se convierten en palabras.

Todos somos mayores y sabemos lo que tenemos y no tenemos que hacer. Nadie nos tiene que decir.

Sobre todo me duele más cuando mi queridididisimo primo Aitor el día de su boda me prometió que estaría en la mía cuando me casara. Como siempre las promesas como las palabras se las llevan el viento. Qué fácil es reprochar a otro cuando no ha cumplido pero pronto olvidamos lo que nosotros no hemos hecho.

Ya van hacer pronto cuatro años desde que me case y no he recibido de esa gente por llamarlas de alguna forma ni una felicitación ni una disculpa. Nadie de esa familia apareció y de esa familia que es tan grande no apareció sino una primera parte.

Yo me siento decepcionado, triste, rabioso, por la situación que se dio.


Siento que fui tratado de forma injusta y cada vez que pienso en juntarme con ellos solo me sale una palabra, No. Lo siento, no puedo olvidar lo que me hicieron. Les perdono pero ni yo ni mi esposa los queremos ver, simplemente porque nos respetamos.